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DIOGENES, EL CINICO
Se dice que una mañana, mientras Diógenes se hallaba absorto en sus pensamientos y tomando el sol fuera del gimnasio que estaba a las afueras de Corinto había mucho ajetreo, se decía que el rey había llegado, y el rey es Alejandro Magno, tal es la fama que tiene Diógenes que está interesado el propio Alejandro en conocer al famoso filósofo, y antes de que pueda saber Diógenes qué es lo que ha pasado se ve rodeado el filósofo por un montón de ciudadanos de Corinto, se produce el encuentro; llega Alejandro acompañado de su escolta y de muchos hombres más, Alejandro Magno se pone frente a el y dice: "Soy Alejandro Magno" a lo que responde Diógenes: "Y yo Diógenes el perro", hay murmullos de asombro ante la sorprendente respuesta del sabio pues nadie se atreve a hablarle así al rey, Alejandro pregunta: "¿Por qué te llaman Diógenes el perro?" a lo que le responde Diógenes: "Porque alabo a los que me dan, ladro a los que no me dan y a los malos les muerdo", de nuevo más murmullos, como es osado este Diógenes al atreverse a hablarle así al rey; pero Alejandro no se deja inmutar por esas respuestas y le dice: "Pídeme lo que quieras", por lo que sin inmutarse Diógenes le contesta: "Quítate de donde estas que me tapas el sol"; por lo que se hace una exclamación generalizada de todos los presentes ante una petición tan pobre a un hombre que todo lo podía dar, Alejandro sorprendido realmente le pregunta: "¿No me temes?" a lo que Diógenes le contesta con gran aplomo con otra pregunta: "Gran Alejandro, ¿te consideras un buen o un mal hombre?", a lo que Alejandro le responde: "Me considero un buen hombre", por lo que Diógenes le dice: "Entonces... ¿por qué habría de temerte?" siendo esta una respuesta muy sincera de nuestro filósofo. Toda la gente está decididamente escandalizada, entonces Alejandro pide silencio y dice: "Silencio... sabéis lo que les digo a todos ustedes, que si no fuera Alejandro me gustaría ser Diógenes". En otra ocasión, Alejandro encontró al filósofo mirando atentamente una pila de huesos humanos. Diógenes dijo: “Estoy buscando los huesos de tu padre, pero no puedo distinguirlos de los de un esclavo”.
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