EL SERVICIO MILITAR
Felices los chicos de ahora que se salvan de hacer el Servicio Militar Obligatorio como nos tocó a los de mi generación. Cómo temblábamos al cumplir los 17 años! Hasta los viejos nos amenazaban: "¡Carajo! Ya me tienes harto! ¡Te voy a mandar al ejército pa' que te saquen la mierdaaaa!!". La reacción inmediata era estar comedidos a la primera orden; comedidos y eficientes. Y es que nos metieron en la cabeza que el ejército era solo para los "cholos", para los brutos, para los que no valían para nada más que obedecer. Como que los que no llegaban al quinto de secundaria tenían que hacer el servicio militar por ¡ 2 AÑOS ! y los que sí, tan solo un año. Inexorablemente el tiempo llegaba en que salía el llamamiento en el mes de Marzo y teníamos que presentarnos al cuartel a la Inscripción y revisión médica.
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Siete de la mañana y la cola ya daba dos vueltas a la manzana. "¡Mierda! ¡con esta lentitud saldremos a las 3 de la tarde! ¡nos jodimos!. Había gente de los barracones del Callao, de Mendozita en la Victoria, de Cárcamo, de los cerros del Agustino, de chicago chico en Surquillo, de Malambito, etc, etc. Y en el medio de ese lumpen, yo, un inocente chico medio caído del catre como lo era a esa tierna edad que todavía veía el Chavo del ocho, el correcaminos y toda esa niñería. Me creía el más listo porque había ido con mis 30 soles "para arreglar" como me había sugerido mi "tío Pish pish" el de la tienda de la esquina.
Como a las 11 llegó un Cabo y nos dijo solapadamente: "Los que quieren arreglar se van despacito y con disimulo al patio de ejercicios". Allí pasamos revisión de 10 en 10 para "abreviar". Un sargento rabioso entrevistó a cada uno gritando:
- ¡Su nombre carajo y en voz alta como hombres que no me gustan los maricones!
- ¡Walter ...!
- ¡Lugar de nacimiento!
- ¡Lima!
- ¿Lema? hable bien carajo !!
- ¡Lima mi sargento!
- ¡Ya! ¡Así me gusta!... Uhm! a ver, ¡Raza!, (me dio una mirada), ¡mestizo!
- ¿mestizo? eso no es una raza
- ¡Calla mierda! ¿tú vas a saber más que yo que llevo en esta mierda más de 20 años?!. Silencio fúnebre. Esperó a que se le baje la cólera. - ¡Color de ojos!, (me miró fijamente) ...uhm ¿negro?, no..eehh, ¿marrones?..noo..este..a ver pardos, puede ser ah!
- ¡Ya que no se decide, póngale Tutti frutti mi sarge!
Pa' que le dije. Me zampó tremendo kechi que me crujió el cuello.
- ¡Ud va a hablar sólo cuando se le pregunte! ¡vaya a la balanza y quítese la ropa!
Yo, imbecil de mí, buscando un biombo donde desnudarme hasta que un Cabo de un trompazo me puso en medio de la jauría y me tuve que sacar la ropa en medio de los silbidos sicalípticos. "¡Carne blanca aunque sea de hombre!" gritó alguien. Carcajadas, burlas, empujones. Mi rostro se transformó. Me brotó una ira cojonuda que de una sola mirada y nadie me pudo sostener la mirada. Creo que ahí me di cuenta del poder del carácter de un varón para defenderse del resto. Claro, yo era el primero pero a todos le llegó su hora y yo también me vengué cuando les tocó a los demás. No faltó quién fue sin calzoncillos.
Terminada la revisión, sigilosamente el Sargento recogió los billetes y nos mandó calatos con la ropa bajo el brazo al patio de maniobras.
- ¡Ya carajo! ahora que están con sus calzoncitos rosaditos, me corren 20 vueltas todo el campo con sus obstáculos! ¡ los 20 últimos se me quedan en el ejército!. Todos corrimos como locos y nos fuimos llenando de tierra y barro, en la cara, en los cabellos, en todo el cuerpo. Habíamos amontonado nuestras ropas al costado del muro de adobe para mejor correr. Hasta que ya casi al terminar aparecieron 4 camiones portatropas y varios soldados y llegó la orden de subir para llevarnos al cuartel por ser "Los pendejos que vinieron a traicionar a la patria". Por ahí un zambo de Malambito dijo: No sirvo pa'l ejército y corriendo cogió un montón de ropa y saltó el muro al escape, lo siguieron algunos y yo sin pensarlo cogí cualquier montón y salté también. Hubo desbande general.... balazos al aire, gritos, los camiones que salieron a interceptarnos. Pero ¡¿cómo ganarles la corrida a chicos de 17 años? ¡¡eso jamás!!
Al final una turba de calatos por toda la Av. Bolivar y calles aledañas corriendo por los jardines y por la pista ante la mirada de los viandantes. El pantalón que chapé me apretaba las canicas y el polo era demasiado ancho. La zapatilla apestaba a pezuña y la tiré por ahí. Me regresé a mi casa a pie junto con otros que vivían por ahí. Me quedé omiso hasta que tuve 20 años cuando me presenté voluntario por lo del conflicto del Falso Paquisha, pero eso ya es tema de otra historia.